No es el título de una nueva telenovela. Es la realidad del mundo actual, por la intensa y globalizada crisis en la que se encuentra.
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Muchos están convencidos de que esta crisis ya es terminal y por tanto, ya sólo una guerra puede hacerla desaparecer. Claro que esta sería la Última Guerra. Hay remedios que son peores que la enfermedad.
Muchos más, la inmensa mayoría, ni lo saben ni les importa, así que únicamente se interesan en disfrutar de la vida; ×Ej., en discotecas y lugares similares o parecidos.
Y también hay muchos otros a quienes sí nos importa y nos preocupa, pero ya que no podemos ayudar en nada, nos limitamos a ver pasar los acontecimientos; así como antes veíamos pasar los patos.
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Sin embargo, la Verdad es otra. Que así como los minerales son indispensables para las plantas; y las plantas son indispensables para los animales; los 3 son indispensables para los humanos.
Y así también, los humanos somos indispensables para los ángeles. Nos necesitan, entre otras cosas, para trabajar y evolucionar. ×Ej., los Ángeles del Destino se dedican, aplicando las Leyes del Destino, a administrar perfectamente la evolución de cada uno de los seres humanos, y colectivamente la evolución de toda la Humanidad.
Esto es una parte de la enorme cooperación de los ángeles al Plan Divino de Creación; y también es la manera de cómo ellos continúan su evolución hacia la perfección.
Por tanto, no permitirían que los humanos terminemos de suicidarnos; como nos estamos suicidando. Por supuesto, nos resulta imposible imaginar el remedio que ellos nos aplicarían; aunque podemos suponer que sería un remedio amargo; muy amargo.
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Y aunque nosotros caímos en esta calamitosa condición actual, porque durante mucho tiempo profanamos el Cristianismo; aún podríamos salvarnos de la autodestrucción si a partir de ahora realmente vivimos el Cristianismo.
Pero ¿somos tales que podríamos desagraviar en pocos días, por todo lo malo que hicimos durante, digamos, más de un siglo?
No, claro que no. Pero nuevamente aquí tenemos el divino Plan de Cristo para la Salvación.
Porque el Cielo multiplicaría nuestra acción sincera de realmente vivir el Cristianismo; de la misma manera que fueron multiplicados los panes y los peces.