Los símbolos espirituales enseñan verdades que no se pueden expresar con palabras, o que están vedadas a las personas a quienes no les corresponden. Esto, porque el materialismo y el ateísmo hacen interpretaciones erróneas y muy perniciosas.
Y es así cómo hay muchas alegorías en las grandes obras literarias como Fausto, y en dramas artísticos como las óperas de Wagner. Y en el Nacimiento del Dios Niño tenemos la Estrella de Belén, que en realidad es el Espíritu de Cristo. Los Reyes Magos, que pertenecen a las diferentes razas, lo que significa que en un futuro aún lejano, toda la humanidad venerará a Cristo. Y los regalos que estos hombres sabios llevan, también tienen importantes significados.
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Sobre la Mula y el Buey junto al Pesebre, se sabe que fueron agregados por el iluminado San Francisco de Asís y significan que, por diferentes circunstancias y causas, son seres asexuales que están exentos de las bajas pasiones, y que en consecuencia tienen gran fortaleza física. Y que esta pureza les permite un privilegiado lugar cerca de Cristo.
Y que tal condición equivale al voto de castidad de los sacerdotes. Aunque por supuesto, el requisito de castidad no es requerido para las personas en general, porque a todos durante una parte de su vida (no toda la vida) les corresponde formar una familia, procrear y ocuparse de su familia, principalmente de los hijos.
La castidad es requisito sólo para los sacerdotes, porque para ellos es imprescindible "matar un animal" (instintos animales y bajas pasiones) en el Altar de los Sacrificios, antes de poder acercarse al Templo y esto es una de las valiosas enseñanzas simbólicas del Tabernáculo en el Desierto. Intentar el ingreso al Templo sin merecerlo, además de inútil es peligroso porque puede llevar a extravíos; ya que "sólo los limpios de corazón verán a Dios".
Y por todo esto es que sería un error suprimir la Mula y el Buey del misticismo cristiano. Como también sería un gran error suprimir el celibato sacerdotal, pues produciría más errores y extravíos.