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Significado de la Oración Padre Nuestro



— Padre Nuestro que estás en el Cielo.
Por el Poder Divino que Cristo le confiere a Su Oración, esta frase nos eleva hasta el Trono de la Gracia, el  Sanctum Sanctorum o Lugar Santísimo; donde se originan los milagros.

— Santificado sea Tu Nombre.

Así reafirmamos y fortalecemos nuestro ideal de vivir según la Creación Divina; y nuestra adoración a Dios.

— Venga a nosotros Tu Reino.

Para que en nuestra vida prevalezca lo espiritual, sobre lo mundano, y recibamos bendiciones desde el Mundo de Dios.

— Hágase Tu Voluntad en la Tierra, como en el Cielo.

Que en el mundo se cumpla la Voluntad Divina; que es avanzar hacia la perfección y 
así algún día; volver al Mundo de Dios del cual procedemos.

— El pan nuestro de cada día dánoslo hoy.

Esta súplica es en beneficio de nuestro cuerpo material.

— Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores.

Así rogamos para la purificación de nuestra alma.

— No nos dejes caer en la tentación.

De esta manera rogamos a Dios por la fortalezca de nuestro espíritu.

— Y líbranos del mal.

Como las malas acciones se derivan de los malos pensamientos; esta súplica es para obtener una mente clara, limpia y sana.

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El Poder Divino que Cristo le confiere a Su oración, aleja de nosotros a los demonios y erradica la Maldad. Y con el tiempo aprendemos que la repetición devota del Padre Nuestro, también nos trae bendiciones.
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"Lleguemos pues, confiadamente al Trono de la Gracia, para alcanzar misericordia y la bendición de recibir protección y socorro". - Hebreos 4:16. 
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  Lucas 11:1

 -- Señor, enséñanos a orar.
 -- Cuando oréis decid:

Padre Nuestro que estás en el Cielo.
Santificado sea Tu Nombre.
Venga a nosotros Tu Reino.
Hágase Tu Voluntad en la Tierra, como en el Cielo.

El pan nuestro de cada día dánoslo hoy.
Perdónanos nuestras deudas, así como
nosotros perdonamos a nuestros deudores.
No nos dejes caer en la tentación.
Y líbranos del mal.

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¿SI DIOS EXISTE, POR QUÉ PERMITE EL MAL?


-- Si Dios quiere impedir el mal, pero no puede; entonces no es omnipotente.

-- Si puede, pero no quiere impedirlo; entonces es malévolo.

-- Si puede y quiere impedirlo; entonces ¿cómo es qué existe el mal?

-- Si no puede, ni quiere impedirlo; entonces ¿por qué llamarlo Dios?

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Este sofisma es conocido como Paradoja de Epicuro (340 a.C.) un ateo contrario a Platón; a quien los ateos modernos elogian alegremente "por su lógica aplastante y por su pregunta que nadie responde: ¿Si Dios existe por qué permite el Mal? ".

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Sin embargo, el Cristianismo Rx. declara que Dios permite el Mal, porque es indispensable que todos los humanos lo enfrentemos en todas sus formas y dimensiones, durante muchas vidas para reconocerlo y saber cómo engaña y ataca.

Esto, con el propósito de aprender a dominarlo en todas las circunstancias y condiciones de nuestra vida; para evolucionar espiritualmente hasta alcanzar la perfección del alma. Y algún día todavía lejano, volver al Mundo de Dios, del que procedemos cuando fuimos creados a imagen y semejanza espiritual (no corporal) de nuestro Padre.

La semejanza es sólo espiritual y nunca corporal. Porque nosotros estamos constituidos con cuerpos hechos de carbono. Y Dios es Espíritu superlativamente elevado. Fuimos creados como espíritus originales y emanados de Dios; con sus mismas potencialidades divinas; las que debemos desarrollar y manifestar. Jesús les respondió (Juan 10:34) "¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois?".

Este es nuestro destino, y para ello debemos crecer, elevarnos y fortalecernos enormemente. Pero nunca podríamos lograrlo, si vivimos “felices”, sin esforzarnos, donde ningún mal ni sufrimiento nos alcance, por estar protegidos. 

Pero al contrario, tenemos que correr la vida, enfrentarnos cada vez más y vencer a todos los males y dificultades. Aprender a reconocer y superar los engaños y ataques de los demonios; Satán incluido.

Porque sólo así podemos alcanzar el verdadero propósito de nuestra existencia. Claro que en nuestros esfuerzos muchas veces hemos de fracasar; pero con cada fracaso aprendemos y nos fortalecemos. Para así algún día llegar a vencer totalmente el mal y el sufrimiento. 

Además, no olvidemos la eterna Ley de Causa y Efecto, porque todos nuestros errores nos producen consecuencias; ya sea en la presente vida, o en vidas futuras. No son castigos sino consecuencias.

Y si hay mucho sufrimiento, es debido a que nos alejamos del Bien; que ha de llevarnos nuevamente al Mundo de Dios, del cual procedemos.

Aunque por ahora y debido a nuestros extravíos tenemos que sufrir las consecuencias. Y como aún, así persistimos en lo malo, el Destino nos regresa al buen camino mediante el sufrimiento.

Desde la más remota antigüedad, muchas veces la humanidad se alejó del Bien; y para redimirla fue indispensable la intervención celestial; ya que estaba completamente perdida y no podía redimirse por sí sola.

La última vez, había tanta perversidad que sólo podíamos ser auxiliados por Dios Hijo, Cristo, con Su Sangre Purificadora. Él nos dejó el Cristianismo, que consiste en Amar a Dios y al Prójimo. 

Y nos dejó la oración Padre Nuestro, que tiene el Poder Divino que Él le confiere. Pero trágicamente muchos la desestiman, y prefieren las oraciones egoístas hechas por humanos.

¿Amar a Dios, es para beneficiarlo? No. Es para abrir la puerta por la que recibimos Sus bendiciones.

¿Y amar al prójimo por qué? Porque los humanos, más que hermanos somos un mismo ser, somos como las gotas de agua del océano, y como las estrellas de la galaxia.

Así que, dañar a nuestro prójimo es dañarnos a nosotros mismos. Somos átomos espirituales emanados de Dios, creados a Su imagen y semejanza espiritual. 

Pero como aún, así no queremos seguir el Camino del Bien, entonces individual y colectivamente debemos seguirlo obligados por el sufrimiento.